En un hospital se lleva a cabo un simulacro de incendio. Todo ha sido meticulosamente calculado durante meses. Se han contratado actores para representar a los enfermos, la esposa del gobernador ha sido invitada a presenciar la proeza y se han comprado sanguchitos de miga.
Pero algo sale mal y uno de los bomberos muere quemado.
En Rompa el vidrio, asistimos a las confesiones de los diferentes personajes involucrados, testigos que al intentar responder a las preguntas de un detective al que nunca vemos ni oímos, terminan revelándonos su propia personalidad, sus deseos, sus sueños frustrados, sus propios simulacros de vida.
El estilo
El trabajo tendrá un tono general de comedia absurda, con la inclusión de elementos trágicos que por lo absurdo del estilo terminarán estando supeditados al tono cómico.
Presenciamos personajes que exaltan, mediante sus monólogos desquiciados, su propia ridiculez, la ridiculez humana.
El soporte
En cuanto al soporte de la representación, este se encuentra entre la instalación, el teatro y el video.
El espectador entrará a un espacio que irá recorriendo, en el cual se encontrará con los diversos personajes que cíclicamente harán su “confesión”. Los personajes estarán representados por cuerpos físicos palpables pero sus cabezas serán las imágenes electrónicas de televisores.
El tratamiento de los cuerpos y del espacio:
· Los personajes
Los personajes se encuentran escindidos entre lo tangible y lo intangible, entre lo real y lo virtual. Esta presencia que es física y fantasmagórica a la vez, viene a reforzar la idea de simulacro.
“Rompa el vidrio” también hace referencia al vidrio del televisor que nos separa de ellos y el impulso humano de aprehender lo inaprensible.
Un elemento que deberemos cuidar es el hecho de que el elemento televisor trae consigo un discurso muy fuerte del cual nos queremos alejar.
· El espacio
En la entrada, se otorgarán planos de evacuación a los concurrentes. Estos planos constituirán laberintos, caminos cíclicos, caminos sin salida…
En el espacio probablemente haya señales erradas, mal colocadas.
La idea es generar en el espectador la comprensión de lo vano que es intentar escapar.
A continuación, los tres monólogos escritos hasta ahora:
1. AlbertoA los jóvenes los disfrazaron de viejos y a los viejos nos tocó hacer de muertos. Yo no sé para qué será que nos maquillaron tanto si después nos iban a tapar hasta arriba con sábanas blancas y la idea era llevarnos al cuarto heladera.¿A qué venía todo esto? Ah, sí, que le especificaba, para que no vaya a pensar lo que no es, que ver, lo que se dice ver, yo no vi nada, a lo sumo vi con los odios, o escuché con la mirada. No. Quiero decir: lo que sé, se lo cuento de oído y sabrá entender que el mío se haya desafilado un tanto con los años.Le decía entonces: A los jóvenes los disfrazaron de viejos y a los viejos nos tocó hacer de muertos. Eso estaba claro. Pero lo que es seguro es que los bomberos iban a interpretar a los bomberos. Y se ve que ahí se armó la podrida y por eso ahora usted me está cuestionando y yo le estoy respondiendo. ¿sí? No se vaya a confundir. Yo no estoy muerto, soy viejo nomás. Es importante que entienda esa lógica para poder entender lo que le voy a contar.Era todo como un juego y pagaban bien. Tampoco soy artista, uno interpreta algún que otro Marlon Brandon en la ducha, lo normal, pero nada más.Las más lindas eran las psicólogas con sus trajecitos sastre y sus chalecos para la ocasión. Los doctores, me queda la duda, yo no sé si eran de verdad o mentira, debe ser que sí porque revivieron a uno de los jóvenes que hacía de muerto. O de viejo. Ay, ahí, se me vuelve a escapar. Debe ser que me agarró el shock, el postraumático le quiero decir.Aunque le confieso que es ahí que se me vuelve a armar matete: a qué tanto shock si esta no fue catástrofe verdadera. Eso es lo que le estoy queriendo decir. Fue nomás un ensayo general, un ensayo para por si, un simulacro. Como en las películas: suena un timbre y todos salen rapidito pero sin correr por las escaleras. Por lo general todo concluye en que tendrían que haber tardado veinte segundos menos y que si no, estarían todos fritos. Pero ahí se queda, en anécdota. Y pues eso fue lo más sorprendente de todo: lo inesperado, la sensación inexorable de tiro por la culata. “Mejor prevenir que curar” decía mi madre y, de no ser por como sucedieron las cosas yo me hubiese visto obligado a darle la razón.Capaz si no hubiesen sido tan pretenciosos, por ahí, qué digo por ahí, seguro que ahora ese pobre hombre estaba teniendo una tranquila cena con su esposa, cinco o seis hijos, perro, qué se yo. Pero no tuvo tanta suerte. Se encontraban presentes el gobernador y su esposa, y eso cambió todo. Perdieron el horizonte, se les subieron los humos: en vez de aprovechar y usar los pacientes mismos del hospital, contrataron gente, y así con todo, que el trajecito del policía, que el estetoscopio y no sé qué cuánto.Yo no me puedo olvidar de la que para mí se llamaba Marta. Era de las enfermeras pero de las de verdad ¿vio las que salen en los cartelitos con un dedo en la boca así? Bueno, esas. Ella ya era muy experimentada en esto de las catástrofes pero de las de verdad ¿vio las que salen en los diarios? ahí tiene.Cuando vio el fuego se puso como loca. ¿Cómo dice? Sí, sí, algo arman, para imprimirle realismo. Pero lo que la puso loca no fue el fuego en sí mismo, sino que junto al fuego hubiese un comando entero de bomberos con camión y todo. ¿Por qué se enteran los de rojo antes que yo, si soy yo, no los bomberos, quien corre peligro mortal?Y yo le digo que si no fuese por cómo terminaron resultando las cosas, me hubiese visto obligado a darle la razón.2º BereniceYo tengo un caballito de mar que me dice el tiempo. Digo, tengo un caballito de Mar del Plata, que según el clima agarra y cambia de color.Aunque últimamente me anda fallado. Será que las mascotas se parecen a sus dueños lo voy a tener que sacrificar.Me presento. Mi nombre es Amelia Buenavista, y manejo un curso avanzado de lectura de borra de café instantáneo y filtro, soy la inventora de la tirada de Tarot a mazo marcado, y tengo la patente en el país de la flamante bola de cristal de Durex, incluidas las fallas de funcionamiento corregidas y el packaging hindú.Pero no sólo soy una mujer de negocios. Además, premoniciono. Me es natural el advenimiento de resultados de toda índole de aquí a 2047, no sólo embarazos y divisiones sino también Prode, quini6…Las baldozas flojas, en épocas de lluvia, parecen rehuir de mis pisadas. Y si quiero, levito. Prendo la televisión y vengo a agarrar el programa de Sofovich, en el preciso día en el que un mismo concursante corta dos veces la manzana en dos con diferencia de cero gramos entre mitad y mitad y entre mitad y mitad respectivamente.Es como si la magia me brotase de las axilas.Pero, como solía decir mi padre “Puede fallar, puede fallar”Del peligro, yo no avisé porque no tuve noticia. Qué quiere que le diga, el fuego puede iluminar o quemar. Es un juego peligroso el fuego, y uno se puede hacer pis en la cama.El fuego aparece en siete de los arcanos mayores. Cinco veces en forma de sol, dos en forma de fuego, una como cola del diablo, otra derrumbando la torre de Babel. El fuego devorador, pasión exaltada, pequeño y sin humos, ternura y necesidad, de mal quemar, traiciones o problemas, cuerpo y espíritu.Dice Ray Bradbury, el espécimen “bom”-“bero”, traducción “hombredel”-“fuego”, sufre una mutación natural que lo convierte de detractor en autor. Su lucha permuta en aceptación y de amigo del agua pasa a admitir su verdadera esencia y se vuelve uno con el fuego.Esa es mi versión de los acontecimientos ¿respondí más o menos a su pregunta se terminó ya el café, me deja chusmear? Ay, qué pena, me lo raspó todo con la cucharita ya no sirve.
3. Alberto M.Martineta, Alberto Martineta. ¿este dato no figura en el informe, no?Yo siempre había querido ser bombero, desde pibe. Y bueno, se presentó la oportunidad, imagínese con mi edad, y neurocirujano, pocas son las chances que me quedan de cumplir ese sueño. En fin, digamos que usé algunos contactos para que sea una de las condiciones del negociado. Que usen el hospital, pero el Dr. Martineta tiene que obtener el papel de bombero. Del bombero heróico que salva las papas, del fuego.
Mi escuadrón y yo teníamos que mantenernos ocultos en el garage vecino y a la cuenta de tres, luego de escuchar el estallido, salir corriendo para hacer una entrada estratégica en el edificio. Y yo, bueno, de neurocirujano que soy, les hice poner a los muchachos los cascos de máxima protección.Lo que yo no sabía para esa altura, porque lamentablemente no tengo la honorable profesión de bombero, es que esos cascos pesan 5 kilos cuando se asciende a más de 500 metros sobre el nivel del mar. Es una insoportable proporción de 1 kilo a 100 metros ¿entiende? Yo soy un simple neurocirujano, ¿entiende?Como le decía, ingresamos con una coordinación impecable (se rumorea que la Primera Dama hizo un comentario muy positivo en ese momento del suceso). Entramos al hall, y a los 3 segundos de frenar, los muchachos empezaron a tambalear, cayendo como bolsas de papas ante mis ojos. Mi propio ejército rojo a mis pies, mirándome con desesperación desde las ventanitas acrílicas de sus casquecitos, pidiendo ayuda.Casi no podían moverse, tuve que acudir a liberarlos uno a uno, señor, porque el mecanismo de enganche de esos cosos no es moco de pavo. Tiene una trabita casi precíntica, parece que te gritara en la cara que si te lo ponés no te lo sacás más. Porque el alma de bombero, se lleva desde la cuna hasta la tumba. Y yo solo estaba actuando de bombero, ahí está el quid de la cuestión. ¿a quien se le ocurre dejar hacer eso a alguien que no sabe? Pura negligencia. Yo soy un neurocirujano, no un “bom” “bero”, como diría el gran Bradbury.Asi que volviendo a su pregunta, sí, creo que allí es donde puedo identificar la fuga de tiempo, el primero de los eventos que nos llevaron a llegar al segundo piso, centro matriz del evento, veinte minutos más tarde de lo estipulado.
Pero algo sale mal y uno de los bomberos muere quemado.
En Rompa el vidrio, asistimos a las confesiones de los diferentes personajes involucrados, testigos que al intentar responder a las preguntas de un detective al que nunca vemos ni oímos, terminan revelándonos su propia personalidad, sus deseos, sus sueños frustrados, sus propios simulacros de vida.
El estilo
El trabajo tendrá un tono general de comedia absurda, con la inclusión de elementos trágicos que por lo absurdo del estilo terminarán estando supeditados al tono cómico.
Presenciamos personajes que exaltan, mediante sus monólogos desquiciados, su propia ridiculez, la ridiculez humana.
El soporte
En cuanto al soporte de la representación, este se encuentra entre la instalación, el teatro y el video.
El espectador entrará a un espacio que irá recorriendo, en el cual se encontrará con los diversos personajes que cíclicamente harán su “confesión”. Los personajes estarán representados por cuerpos físicos palpables pero sus cabezas serán las imágenes electrónicas de televisores.
El tratamiento de los cuerpos y del espacio:
· Los personajes
Los personajes se encuentran escindidos entre lo tangible y lo intangible, entre lo real y lo virtual. Esta presencia que es física y fantasmagórica a la vez, viene a reforzar la idea de simulacro.
“Rompa el vidrio” también hace referencia al vidrio del televisor que nos separa de ellos y el impulso humano de aprehender lo inaprensible.
Un elemento que deberemos cuidar es el hecho de que el elemento televisor trae consigo un discurso muy fuerte del cual nos queremos alejar.
· El espacio
En la entrada, se otorgarán planos de evacuación a los concurrentes. Estos planos constituirán laberintos, caminos cíclicos, caminos sin salida…
En el espacio probablemente haya señales erradas, mal colocadas.
La idea es generar en el espectador la comprensión de lo vano que es intentar escapar.
A continuación, los tres monólogos escritos hasta ahora:
1. AlbertoA los jóvenes los disfrazaron de viejos y a los viejos nos tocó hacer de muertos. Yo no sé para qué será que nos maquillaron tanto si después nos iban a tapar hasta arriba con sábanas blancas y la idea era llevarnos al cuarto heladera.¿A qué venía todo esto? Ah, sí, que le especificaba, para que no vaya a pensar lo que no es, que ver, lo que se dice ver, yo no vi nada, a lo sumo vi con los odios, o escuché con la mirada. No. Quiero decir: lo que sé, se lo cuento de oído y sabrá entender que el mío se haya desafilado un tanto con los años.Le decía entonces: A los jóvenes los disfrazaron de viejos y a los viejos nos tocó hacer de muertos. Eso estaba claro. Pero lo que es seguro es que los bomberos iban a interpretar a los bomberos. Y se ve que ahí se armó la podrida y por eso ahora usted me está cuestionando y yo le estoy respondiendo. ¿sí? No se vaya a confundir. Yo no estoy muerto, soy viejo nomás. Es importante que entienda esa lógica para poder entender lo que le voy a contar.Era todo como un juego y pagaban bien. Tampoco soy artista, uno interpreta algún que otro Marlon Brandon en la ducha, lo normal, pero nada más.Las más lindas eran las psicólogas con sus trajecitos sastre y sus chalecos para la ocasión. Los doctores, me queda la duda, yo no sé si eran de verdad o mentira, debe ser que sí porque revivieron a uno de los jóvenes que hacía de muerto. O de viejo. Ay, ahí, se me vuelve a escapar. Debe ser que me agarró el shock, el postraumático le quiero decir.Aunque le confieso que es ahí que se me vuelve a armar matete: a qué tanto shock si esta no fue catástrofe verdadera. Eso es lo que le estoy queriendo decir. Fue nomás un ensayo general, un ensayo para por si, un simulacro. Como en las películas: suena un timbre y todos salen rapidito pero sin correr por las escaleras. Por lo general todo concluye en que tendrían que haber tardado veinte segundos menos y que si no, estarían todos fritos. Pero ahí se queda, en anécdota. Y pues eso fue lo más sorprendente de todo: lo inesperado, la sensación inexorable de tiro por la culata. “Mejor prevenir que curar” decía mi madre y, de no ser por como sucedieron las cosas yo me hubiese visto obligado a darle la razón.Capaz si no hubiesen sido tan pretenciosos, por ahí, qué digo por ahí, seguro que ahora ese pobre hombre estaba teniendo una tranquila cena con su esposa, cinco o seis hijos, perro, qué se yo. Pero no tuvo tanta suerte. Se encontraban presentes el gobernador y su esposa, y eso cambió todo. Perdieron el horizonte, se les subieron los humos: en vez de aprovechar y usar los pacientes mismos del hospital, contrataron gente, y así con todo, que el trajecito del policía, que el estetoscopio y no sé qué cuánto.Yo no me puedo olvidar de la que para mí se llamaba Marta. Era de las enfermeras pero de las de verdad ¿vio las que salen en los cartelitos con un dedo en la boca así? Bueno, esas. Ella ya era muy experimentada en esto de las catástrofes pero de las de verdad ¿vio las que salen en los diarios? ahí tiene.Cuando vio el fuego se puso como loca. ¿Cómo dice? Sí, sí, algo arman, para imprimirle realismo. Pero lo que la puso loca no fue el fuego en sí mismo, sino que junto al fuego hubiese un comando entero de bomberos con camión y todo. ¿Por qué se enteran los de rojo antes que yo, si soy yo, no los bomberos, quien corre peligro mortal?Y yo le digo que si no fuese por cómo terminaron resultando las cosas, me hubiese visto obligado a darle la razón.2º BereniceYo tengo un caballito de mar que me dice el tiempo. Digo, tengo un caballito de Mar del Plata, que según el clima agarra y cambia de color.Aunque últimamente me anda fallado. Será que las mascotas se parecen a sus dueños lo voy a tener que sacrificar.Me presento. Mi nombre es Amelia Buenavista, y manejo un curso avanzado de lectura de borra de café instantáneo y filtro, soy la inventora de la tirada de Tarot a mazo marcado, y tengo la patente en el país de la flamante bola de cristal de Durex, incluidas las fallas de funcionamiento corregidas y el packaging hindú.Pero no sólo soy una mujer de negocios. Además, premoniciono. Me es natural el advenimiento de resultados de toda índole de aquí a 2047, no sólo embarazos y divisiones sino también Prode, quini6…Las baldozas flojas, en épocas de lluvia, parecen rehuir de mis pisadas. Y si quiero, levito. Prendo la televisión y vengo a agarrar el programa de Sofovich, en el preciso día en el que un mismo concursante corta dos veces la manzana en dos con diferencia de cero gramos entre mitad y mitad y entre mitad y mitad respectivamente.Es como si la magia me brotase de las axilas.Pero, como solía decir mi padre “Puede fallar, puede fallar”Del peligro, yo no avisé porque no tuve noticia. Qué quiere que le diga, el fuego puede iluminar o quemar. Es un juego peligroso el fuego, y uno se puede hacer pis en la cama.El fuego aparece en siete de los arcanos mayores. Cinco veces en forma de sol, dos en forma de fuego, una como cola del diablo, otra derrumbando la torre de Babel. El fuego devorador, pasión exaltada, pequeño y sin humos, ternura y necesidad, de mal quemar, traiciones o problemas, cuerpo y espíritu.Dice Ray Bradbury, el espécimen “bom”-“bero”, traducción “hombredel”-“fuego”, sufre una mutación natural que lo convierte de detractor en autor. Su lucha permuta en aceptación y de amigo del agua pasa a admitir su verdadera esencia y se vuelve uno con el fuego.Esa es mi versión de los acontecimientos ¿respondí más o menos a su pregunta se terminó ya el café, me deja chusmear? Ay, qué pena, me lo raspó todo con la cucharita ya no sirve.
3. Alberto M.Martineta, Alberto Martineta. ¿este dato no figura en el informe, no?Yo siempre había querido ser bombero, desde pibe. Y bueno, se presentó la oportunidad, imagínese con mi edad, y neurocirujano, pocas son las chances que me quedan de cumplir ese sueño. En fin, digamos que usé algunos contactos para que sea una de las condiciones del negociado. Que usen el hospital, pero el Dr. Martineta tiene que obtener el papel de bombero. Del bombero heróico que salva las papas, del fuego.
Mi escuadrón y yo teníamos que mantenernos ocultos en el garage vecino y a la cuenta de tres, luego de escuchar el estallido, salir corriendo para hacer una entrada estratégica en el edificio. Y yo, bueno, de neurocirujano que soy, les hice poner a los muchachos los cascos de máxima protección.Lo que yo no sabía para esa altura, porque lamentablemente no tengo la honorable profesión de bombero, es que esos cascos pesan 5 kilos cuando se asciende a más de 500 metros sobre el nivel del mar. Es una insoportable proporción de 1 kilo a 100 metros ¿entiende? Yo soy un simple neurocirujano, ¿entiende?Como le decía, ingresamos con una coordinación impecable (se rumorea que la Primera Dama hizo un comentario muy positivo en ese momento del suceso). Entramos al hall, y a los 3 segundos de frenar, los muchachos empezaron a tambalear, cayendo como bolsas de papas ante mis ojos. Mi propio ejército rojo a mis pies, mirándome con desesperación desde las ventanitas acrílicas de sus casquecitos, pidiendo ayuda.Casi no podían moverse, tuve que acudir a liberarlos uno a uno, señor, porque el mecanismo de enganche de esos cosos no es moco de pavo. Tiene una trabita casi precíntica, parece que te gritara en la cara que si te lo ponés no te lo sacás más. Porque el alma de bombero, se lleva desde la cuna hasta la tumba. Y yo solo estaba actuando de bombero, ahí está el quid de la cuestión. ¿a quien se le ocurre dejar hacer eso a alguien que no sabe? Pura negligencia. Yo soy un neurocirujano, no un “bom” “bero”, como diría el gran Bradbury.Asi que volviendo a su pregunta, sí, creo que allí es donde puedo identificar la fuga de tiempo, el primero de los eventos que nos llevaron a llegar al segundo piso, centro matriz del evento, veinte minutos más tarde de lo estipulado.
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